LA MUERTE Y LOS IMPUESTOS
Como dijo Benjamin Franklin, la muerte y los impuestos son las únicas dos cosas que sabemos con certeza que nos pasarán a la vida. Y pensando en la frase y en el momento histórico por el que estamos pasando, la actual crisis provocada por la pandemia del Covid-19, le deberíamos dar un enfoque positivo a la cita de Franklin: planificación patrimonial, es la respuesta.
Hoy, eso de los impuestos puede ser una certeza absoluta para muchos, pero no para todos. Si echamos un vistazo a los escándalos relacionados con la elusión fiscal, parece que para algunas personas adineradas y empresas multinacionales solo una de estas verdades aplica.
Las estrategias para eludir impuestos son una cuestión de dudosa moralidad, por decirlo de una manera suave. Recurren a lagunas, a la falta de conexión y a errores en el diseño de las leyes internacionales para ayudar a los ricos y a las grandes multinacionales a eludir el pago de los impuestos que devenga. Esta práctica se vuelve más cuestionable aún en países en desarrollo, lugares donde van de la mano la imperante necesidad de obtener recursos económicos con la débil capacidad para retener esos recursos dentro de sus fronteras.
Si la función de una compañía es maximizar el retorno de valor a sus accionistas dentro de los límites establecidos por la ley, no podemos escandalizarnos por el hecho de que optimicen su pago de impuestos recurriendo a prácticas que se sitúen dentro de la legalidad. Eso, lógicamente, no quiere decir que apoyemos esas prácticas o que las defendamos: el problema no es que las empresas recurren a esas prácticas, sino que esas prácticas existan.
Pero llega un momento en que otros países, hartos de ver cómo determinadas compañías utilizan esos mecanismos para evadir unos impuestos que por lógica deberían mantener algún tipo de correspondencia con el consumo de recursos y el uso de infraestructuras productivas en los países en los que se desarrolla la actividad, deciden atacar el problema de raíz.
El dinero perdido a causa de la evasión fiscal y de la base imponible y el traslado de beneficios hubieran de lo contrario servido a los países menos desarrollados a mejorar sus infraestructuras, sus sistemas sanitarios, su educación, a proteger el medioambiente y a llevarles mucho más cerca de conseguir cada uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de lo que están hoy en día.
PLANIFICACIÓN PATRIMONIAL, OTRA CARA DE LA MONEDA
Sin ir más lejos de la realidad, todos tenemos objetivos en la vida y el hecho de tenerlos ya nos da la oportunidad de planificar, de una manera o de otra, nuestro patrimonio.
La existencia de herramientas legales en materia de planificación patrimonial es casi infinita, yendo desde contratar un plan de pensiones, hacer un plan de ahorro para poder pagar la universidad del hijo que tendrás dentro de unos años, constituir una SICAV para tener tu cartera de inversiones centralizada en un vehículo óptimo u ordenar la sucesión de cara a tus descendientes.
Ante tanta casuística legal y fiscal, y en la situación de crisis que nos encontramos, todos deberíamos hacer el ejercicio de pensar dónde estamos y a dónde queremos llegar, fijando objetivos y necesidades y teniendo claro que cuanto más ordenado se tenga el patrimonio, más fácil será el día de mañana explotarlo o, en su caso, repartirlo.
FUENTES
- www.un.org/es/desa/death-and-taxes
- Laura Campubrí. vallbanc.com/es/dos-certezas-la-muerte-y-los-impuestos